Además de la aportación
directa de alimentos, los bosques y sus árboles desempeñan
un papel crucial asegurando la producción agrícola y ganadera,
manteniendo los principales recursos naturales: agua y suelo, y
proporcionando equilibrio ecológico en el sistema.
En ocasiones los bosques
y sus árboles lindan con sistemas agrícolas, llegando a
formar parte de ellos y protegiéndolos. Sostienen buena parte de la
carga ganadera suministrando forraje, especialmente durante las
carencias del estiaje típico de nuestro clima mediterráneo.
Resulta preocupante
observar cómo la actividad agrícola y la forestal son con demasiada
frecuencia tenidas en cuenta como enemigas. Este error puede estar
basado en el pensamiento vulgar de tomar a la agricultura como la que
se dedica a cultivar campos abiertos para obtener cosechas, y que la
actividad forestal se simplifica a gestionar los bosques para la
producción de madera. De hecho, agricultura y actividad
forestal se benefician mutuamente, e incluso son
interdependientes.
Por lo tanto, los bosques
y sus árboles desempeñan un papel inequívoco como soporte del
sistema agrícola, y principalmente el agroforestal. Claro ejemplo lo
tenemos en las dehesas extremeñas que, con una adecuada
gestión sostenible son fuente de multitud de recursos.
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